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Ciencia, Internacional

Submarinista deforma su cuerpo por un accidente

Posted: 21 octubre, 2017 a las 11:14 pm   /   by   /   comments (0)

Tuvo que salir muy rápido de más de 30 metros de profundidad en el mar, por lo que sus hombros, espalda, pecho se hincharon

El submarinista de Pisco, Perú, Alejandro Ramos Martínez, tiene el cuerpo deformado desde hace cuatro años, pero ¿qué pasó? Ramos se encontraba a más de 30 metros de profundidad en el mar, pero tuvo que regresar rápidamente a la superficie, pues sufrió un accidente con una botella de aire comprimido, milagrosamente el hombre sobrevivió, pero debido a este proceso se hinchó de una manera descomunal, así lo menciona RT

De acuerdo con Viralistas, la enfermedad de descompresión ocurre cuando los buzos suben a la superficie demasiado rápido después de hacer inmersiones en profundidades extremas.



El gas le deformó los hombros, la espalda, el pecho, y lo hizo aumentar en unos segundos 30 kilogramos, ahora padece diabetes, hipertensión y otras enfermedades.

De acuerdo con El Comercio, él se somete a constantes tratamientos en los que recibe oxígeno puro en una cámara hiperbárica, para desintoxicar el cuerpo del nitrógeno que quedó alojado en su músculos.

Eliminar esas acumulaciones de nitrógeno requiere procedimientos muy costosos y complicados. Por este motivo, Alejandro Ramos Martínez solicita ayuda financiera popular.

Alejandro era un experimentado buzo y buscaba mariscos comestibles, pero cometió el error de subir a la superficie muy rápido, esto generó las burbujas de nitrógeno que se acumularon en su sistema, causándole la hinchazón.

De acuerdo con Difundir, los médicos estiman que requiere alrededor de 100 sesiones adicionales previas a un tratamiento con un costo de 100,000 dólares.

Tratamiento
Alejandro Ramos Martínez siempre supo que quería dedicarse al buceo de forma profesional. Se inspiró en su padre, un hombre de mar, y con el paso de los años aprendió las técnicas -y mañas- de la recolección de mariscos, actividad que realizó por más de 25 años en un puerto de su natal Pisco.

Su vida transcurría de forma normal, a excepción de uno y otro sobresalto por el riesgo que implicaba su oficio. Sin embargo, un accidente ocurrido en diciembre de 2013 cambió por completo su estado de salud y su imagen. Según cuenta, incluso medios internacionales acudieron a él para conocer su historia y comprender qué sucedía con el buzo artesanal peruano cuya imagen parecía sacada de un cuento de ficción.

Hace poco menos de cuatro años, recolectaba choros en Puerto Viejo, una pequeña zona pesquera de Pisco, sumergido a más de 30 metros de profundidad. De pronto, la manguera que lo abastecía de aire se rompió y por ello, tuvo que ascender de forma rápida a la superficie. “Estaba trabajando en la profundidad cuando una embarcación me cortó la manguera. Tuve que soltar el cinturón plomo que me mantenía abajo y salí disparado”, narra Alejandro.

En el buceo profundo, además de oxígeno, se aspira nitrógeno, gas que se encuentra en el aire y que se vuelve tóxico a medida que la persona desciende, debido a la presión. A partir de los 30 metros, este elemento afecta a los buceadores en una alteración reversible conocida como ‘Narcosis de nitrógeno’, la misma que tiene efectos similares a la embriaguez.

La toxicidad de este gas no es mortal, sin embargo, los buzos saben que el cuerpo humano, cuando está sumergido en el agua, no puede liberar el nitrógeno que normalmente expulsamos durante la respiración y, por el contrario, lo absorbe. Por tal motivo, los profesionales ascienden lentamente, realizando paradas de seguridad, en las que eliminan poco a poco el nitrógeno acumulado. Si no se cumple esto, el gas se puede localizar en tejidos y generar una condición llamada enfermedad por descompresión o ‘mal del buzo’.

Eso fue lo que sucedió con Alejandro. El hombre de 55 años recibió atención rápida y logró sobrevivir al rápido ascenso, mas su cuerpo sufrió graves deformaciones que se acentuaron con el paso de las horas. Su espalda, pecho, brazos y el resto de su torso se inflaron hasta alcanzar medidas impensables. En estas zonas se han alojado, desde entonces, bolsas de aire con grasa y otras toxinas que no pueden ser extirpadas quirúrgicamente. Además, su peso aumentó de 68 kilogramos a más de 115 kg, generándole hipertensión y dolencias en piernas y otras partes del cuerpo.

Su caso ha sido considerado insólito y, según varios especialistas, el tratamiento de la cámara hiperbárica para desintoxicar el cuerpo es su única opción médica. Sin embargo, hasta ahora no ha visto resultados significativos.

Contactado por personal de una clínica local y gracias al apoyo de una familia trujillana, el buzo llegó a nuestra ciudad hace unos días, para probar un tratamiento diferente conocido como ‘Oxigenoterapia’, que consiste en la administración de oxígeno a través de una cámara especial y a la exposición a ondas de luz infraroja.

A pesar de todo, enfrenta su situación con optimismo y confía en que la generosidad de las personas que han decidió ayudarlo, se transformará en resultados efectivos en su anatomía. Si usted desea ayudar a Alejandro Ramos a solventar los gastos de su tratamiento, contáctese al 932 254 469.