Newsletter subscribe

salud

Mamá: mejor aliada o peor enemiga

Posted: 29 noviembre, 2017 a las 8:00 am   /   by   /   comments (0)

¿Qué tal te llevas con tu mamá? Identifica si estás en una relación destructiva con ella y ni siquiera se habían dado cuenta.

“Estamos unidas para siempre”; “Parecemos perros y gatos”; “Nuestra relación es fría y distante”; “Somos como amigas”; “Deja que te ayude, hija”. ¿Con cuál de estas formas de relacionarte con tu mamá te identificas más?

Éstas son las cinco formas básicas de vínculos difíciles que mantienen madres e hijas. A pesar de que en apariencia alguna de estas relaciones, por ejemplo “Somos como amigas”, pareciera ser sana, en realidad no lo es. De acuerdo a la escritora estadounidense Maureen Murdock, autora del libro Ser mujer, un viaje heroico, todas las anteriores formas de relacionarse madre e hija desembocan en una relación en la que ambas se pierden o se mimetizan.

Para la experta, a partir de estos cinco modelos de vínculo existen muchas y complejas variaciones, “tantas como mujeres?, quien indica que “la relación madre-hija es tan compleja que en la mayor parte de la literatura sobre mujeres y en los cuentos de hadas, la madre está ausente o muerta, o aparece como una malvada”.

Mamá como mejor amiga

En ocasiones, según Murdock, madre e hija expresan una dependencia que no resulta sana y la manifiestan diciendo frases del tipo “Somos muy unidas”. “Estas mujeres se sienten orgullosas de su intimidad, y utilizan su codependencia para evitar la edad adulta, la intimidad con los demás y el miedo a perderse la una a la otra.”, seña la experta. Uno de los ejemplos más claros de relaciones codependientes ocurre cuando la mamá y la hija se llaman con frecuencia, incluso a diario, aunque siempre acaban recriminándose mutuamente.

Según Murdock, ambas repiten modelos de la adolescencia, el de la madre adulta y la hija niña, pero existen resentimiento por ambas partes, porque en realidad no se comprenden. Bajo esta incómoda relación subyace una dependencia encubierta basada en la incapacidad de dejar de representar sus papeles. Es decir, simplemente la hija no puede crecer. Psicológicamente está atrapada en la adolescencia, al menos en el rol con su mamá.

Madre ausente

¿Qué ocurre cuando la relación es fría y distante? Si se supone que la relación con nuestra madre es la más importante de todas, ¿qué hace alejarnos tanto de ella? Es común ver casos de madre e hija que parecen ser autónomas y adultas; sólo se ven cuando la vida familiar lo requiere; están muy ocupadas en sus respectivos trabajos y actividades; pueden vivir muy alejadas y tener estilos de vida muy diferentes; sin embargo una o las dos hacen como si les fuera muy bien estar así de lejos la una con la otra.

No obstante, según Murdock, “Debajo de todo esto puede haber un rencor que duele desde el pasado, un anhelo por reconectar y un sentimiento de culpabilidad por la fría distancia interpuesta por una de ellas o ambas”, asegura la experta.

Mi madre, mi enemiga

En un tercer caso tenemos a la hija y madre que parecen estar muy unidas y tenerse mucho afecto, pero han creado una relación atípica en la que pretender actuar como adultas la una con la otra, omitiendo sus diferencias y necesidades, según la psicoterapeuta de California.

Para Maureen Murdock, aunque en apariencia comparten muchas cosas, ambas encontrarán la manera de salirse con la suya y herir o rechazar a la otra. Es una relación en la que no gana ninguna, basada en la dependencia oculta de una hacia la otra o de ambas entre sí.

Santa mamá

Por último, de acuerdo a Murdock, está la torcida y compleja relación en la que la madre que parece santa. Ésta en realidad busca permanecer cerca de su hija y expiar sus propias culpas, ofreciéndole cosas que su hija no necesita, pero casi siempre acepta, con lo cual sigue sintiéndose pequeña; es decir, su propia madre no la está dejando crecer.

?Si la hija rechaza la ayuda materna, se siente culpable, mientras que el dolor y sentimiento de culpa de la madre al saber que ha herido a su hija la motiva para intentar solucionarlo con métodos que utilizaba cuando era pequeña?, señala la experta. Si lo vemos fríamente, madre e hija están unidas por la culpa y el miedo a la independencia.

Consecuencias

No solamente emocionales sino también psicológicas y físicas. El vínculo entre madre e hija puede influir sobre su obesidad en la adolescencia, de acuerdo a un estudio de la Universidad Estatal de Ohio en el que se asegura que los adolescentes, niñas o niños, son más propensos a engordar si tienen una mala relación emocional con sus madres cuando eran pequeños.

Los investigadores analizaron datos del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de EU, obtenidos de cientos de familias, descubriendo que el riesgo de obesidad de los niños a los 15 años era mayor entre aquellos que habían tenido una relación emocional de más baja calidad con sus madres. Más de una cuarta parte de los niños que tuvieron relaciones de este tipo con sus progenitoras eran obesos en la adolescencia.

Si sientes que la relación con tu madre está completamente destruida es importante acudir con un experto para que ayude, no a mejorar la relación, pero sí a contrarrestar los efectos negativos en nuestra vida porque sentimientos como el rencor, resentimiento, etc no nos dejan ni dejarán en paz si no hacemos algo al respecto.