cultura
31 de Julio de 1944, fallece el autor de “El Principito”
Antoine, que pronto quedó huérfano de padre, se crio en el entorno femenino de una familia aristocrática arruinada de la ciudad de Lyon (su madre trabajaba como enfermera). Hizo el bachillerato en 1917 y, tras ser rechazado en la Escuela naval, se hizo piloto cuando estaba cumpliendo el servicio militar en 1921, en Estrasburgo.
A través de su amistad con el también piloto y pionero de la aviación Henry Guillaumet, en 1926 fue aceptado en la compañía Latécoère (la futura Aéropostale y luego germen de Air France), donde a su vez entablaría una larga amistad con otro aviador, en aquel entonces ya considerado un loco héroe francés, Jean Mermoz. Los tres pilotos protagonizarían a lo largo de sus azarosas vidas algunas de las hazañas más conocidas durante los primeros años de la aviación en Europa, Medio Oriente, África, América del Sur y el Océano Atlántico.
Hoy es el aniversario de la muerte de Antoine de Saint-Exupéry, autor de 'El Principito', que dejó escritas grandes frases como:
➡️ "Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos"
➡️ "Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos" pic.twitter.com/IabBYJ557B
— Europa Press (@europapress) 31 de julio de 2018
Antoine no tardó en integrarse en la escuadrilla de pilotos que cubrían los tramos de “la Línea” que transportaba el correo entre Toulouse, Barcelona, Málaga, Tetuán, Sahara español, hasta los antiguas colonias francesas, en lo que luego sería Senegal. A finales de 1927 fue destinado como jefe de escala a Cabo Juby, entonces bajo administración española, donde inició con cierta constancia su vocación literaria. En 1928 se trasladó a Sudamérica. En 1928 se publicaría Courrier sud y en 1931 Vol de nuit, que le supuso un gran éxito al obtener el premio Femina; ambas giran en torno a sus experiencias como aviador.
En Buenos Aires, donde conoció a quien sería su esposa, la millonaria salvadoreña Consuelo Suncín, fue nombrado director de la empresa Aeroposta Argentina, filial de la Aéropostale, donde tuvo la misión de organizar la red de América. A partir de 1931, la progresiva bancarrota de la Aéropostale puso término a uno de los capítulos más épicos de los pioneros de la aviación, aunque todavía se extenderían sus hazañas hasta la revolución aeronautica provocada por la Segunda Guerra Mundial.
Desde 1932, y dadas las dificultades de su empresa, Saint-Exupéry se consagra al periodismo y la escritura. Hace reportajes sobre la Indochina Francesa (hoy Vietnam) en 1934, sobre Moscú en 1935, y sobre España en 1936, previos al inicio de la Guerra Civil en este último país. Sin embargo, no dejó de volar como piloto de pruebas, participando en algunos «raids» o intentos de récords, que en ocasiones se saldaron con graves accidentes, como el ocurrido en la zona del Sahara vecina a Egipto en 1935.
Sus reflexiones sobre el humanismo las recogió en Terre des hommes, publicado en 1939. Ese mismo año, fue movilizado por el ejército del aire, como piloto de una escuadrilla de reconocimiento aéreo, caracterizada por misiones suicidas y estratégicamente absurdas, dado el arrollador avance alemán. Tras el armisticio forzado por la ocupación alemana de Francia, abandonó Francia, y a través de sus agentes literarios se instaló en Nueva York llegando a participar en algunas de la campañas orquestadas para que los norteamericanos entraran en la guerra.
Descontento con su participación pasiva en el conflicto y habiendo sido rechazado sistemáticamente como piloto, por fin, en la primavera de 1944, fue destinado a Cerdeña y luego a Córcega en una unidad de reconocimiento fotográfico del frente alemán en los prolegómenos del desembarco aliado en Provenza. Durante su última misión de reconocimiento, el 31 de julio de 1944, sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle del Ródano poco antes de la invasión aliada del sur de Francia. Ese día, a las 8:45 horas, Saint-Exupéry despegó a bordo de un Lightning P-38 sin armamento de una base aérea en Córcega, con una autonomía de vuelo de 6 horas.De donde no regresaría jamás.6
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